Aislamiento
Existe una diferencia entre hacer una pausa para ocuparnos de nosotros mismos y aislarnos. Esa diferencia a veces puede ser difícil de entender. Si nos aislamos demasiado tiempo, centrando la atención y obsesionándonos en cuanto a nuestros sentimientos, podemos terminar sufriendo sin necesidad.
Un miembro antiguo compartió: “Pensaba que el tiempo que yo había pasado en el programa sería suficiente para superar mi dolor. Sin darme cuenta, erigí muros. No solicité ayuda y, por ende, no la recibí”. A veces podemos erigir muros sin ni siquiera saberlo. El temor a ser juzgados nos puede impedir ser francos en las reuniones o aún asistir a ellas, lo cual sólo aumenta nuestra sensación de aislamiento. Tal vez una reunión sea el último lugar en que quisiéramos estar cuando nos sentimos deprimidos aunque el tiempo que pasemos en una reunión puede brindarnos consuelo en el momento en que más lo podríamos necesitar. Si asistir a una reunión nos parece un esfuerzo demasiado grande, podemos llamar a un amigo y pedirle que nos ayude. Si no tenemos ganas de estar con gente conocida, podemos ir a otra reunión. Si no tenemos la energía suficiente para compartir, no es necesario que lo hagamos a la fuerza. A veces obtenemos todo lo que necesitamos cuando nos permitimos tan solo escuchar.
Abramos el corazón, transformemos nuestras pérdidas. Pág. 128