El mundo seguirá girando
Hace varios años me paralicé de un momento a otro. Mi discapacidad requería grandes cambios en la forma en que funcionaba nuestro hogar. Mi esposo, un alcohólico en recuperación, fue forzado a rutinas en las que nunca antes había participado. Mi anteriormente autoproclamado cargo de “Contralora jefe de todas las cosas importantes” salió por la ventana. Una de las tareas anteriores de mi esposo era la ropa. Él sacaba la canasta de ropa sucia, y yo esperaba a que regresara por instrucciones. ¿Cómo iba él a hacer este trabajo sin mí? Lo hizo, sin ninguna camisa descolorida ni ningún calcetín perdido del lote.
¿Qué había hecho yo? Todos esos años creí que tenía que estar a cargo, y me hice cargo de nuestra vida sin pensar en la enorme capacidad que en realidad él tenía. Se acercó al desafío por su cuenta, de manera responsable y sin un consejo de mi parte. Aprendí mucho ese día. Aprendí que cuando nos vimos el uno al otro como iguales, nos acercamos más, hablamos más y nos convertimos en mejores amigos. Crecimos espiritualmente. Los principios de Al-Anon se habían esparcido en nuestra vida en el hogar.
Ahora sé que no necesito estar rodeada de organización rígida para sentirme segura. Si hago mi parte y les permito a otras personas que hagan la suya, todo saldrá bien, independientemente de dónde yo esté. El mundo va a seguir girando sobre su eje sin que yo sea responsable de todo. Al saber eso, tengo la libertad de relajarme. Para mí, eso es serenidad. En busca de la libertad personal. Pág.105