Regresar: camino de luz

En el año 1982 (febrero-marzo), ingresé a los Grupos de Familia Al-Anon por una invitación de un recorte de periódico que me dio un familiar. Me acerqué al grupo toda perturbada, agobiada y derrotada, sin saber qué hacer con la condición de mi esposo alcohólico y toda la condición que manifestaba en su vida. Ante esta situación, la salida era el divorcio y hasta de eso tenía miedo. Puedo decir que llegué muy enferma desde todo mi ser integral.

Lo primero que aprendí es que el alcoholismo es una enfermedad, que los más afectados éramos sus seres queridos porque subíamos al carrusel del enfermo y actuábamos de la misma manera que él o peor. También aprendí que el programa de Al-Anon es una comunidad fraterna donde hablamos el mismo lenguaje y se da un ambiente de confianza que me permitió darme cuenta de que todos tenían el mismo problema: estaban afectados por la condición del alcohólico.

En Al-Anon existe un programa y herramientas que me ayudan a descubrir mi contagio familiar. Hoy, vivo un día a la vez, con los Doce Pasos, las Doce Tradiciones, los lemas y material de apoyo para ir recuperándome un día a la vez. El programa de Al-Anon es una revisión diaria de mi vida para la sana convivencia conmigo misma, con los otros y en especial con el alcohólico. Regreso a Al-Anon después de varios años de ausencia porque me hice la falsa expectativa de que mi esposo ya no bebía como lo hacía tantos años atrás y creí que el alcohólico había sanado.

Esta cruda y dolorosa realidad hace que hoy regrese a Al-Anon con una visión más clara de la necesidad de estar en este espacio, retomar el programa para subsistir con el poder de Dios y un día a la vez, descubriendo en mí misma cuánto me falta sanar en mi interior y mi mente, todo mi ser.

Regresar esa alegría a mi corazón es un récord, reencontrarme con mi familia de Al-Anon y el programa que es mi tabla de salvación no me hace sentir sola.

María Auxiliadora – Revista Gotas de Sabiduría N° 11 – Venezuela