Las tres Ces
Cuando hubo violencia por primera vez en mi matrimonio, pensé que verdaderamente era mi culpa y que no debía decir o hacer algo que irritara a mi marido alcohólico. Si lo hacía, pensaba que él tenía una justificación, porque en mi mente él siempre tenía razón; en consecuencia yo debía estar equivocada. Como no quería pensar mal de él, negaba que hubiera violencia. Sin embargo, fue la violencia la que me trajo a Al-Anon, donde aprendí que trataba con una persona enferma y que yo también estaba enferma. Con frecuencia se me debía recordar que yo no había causado la enfermedad del alcoholismo, no podía controlarla y no podía curarla.
Ya no tengo que culparme por las acciones de otra persona. Al concentrarme en mí misma y aplicar el programa sin toda esa culpa, puedo recuperarme de los efectos de esta enfermedad. Al-Anon literalmente me salvó la vida.
…En todas nuestras acciones. Sacando provecho de las crisis. Pág. 85