Aceptación de la enfermedad
Una palabra muy compleja, pero con mucho peso. Para mí fue muy difícil entender que en mi familia existía una enfermedad, mucho menos aceptarla y peor aún admitir que yo sufría sus secuelas.
El Primer Paso me dice que somos incapaces ante esta enfermedad y nos volvemos ingobernables, pero también me habla de las tres C, no lo causé, no lo controlo y no lo puedo curar. Este fue el mayor alivio y la gran esperanza que me brindó Al-Anon, porque para nadie es fácil vivir los estragos del alcoholismo.
Desde muy pequeña veía cómo sufrían todos por la manera de beber de un familiar, lo cual hizo que me escondiera, que perdiera toda confianza; me llené de mucho miedo ¿Cómo podría creer en un Poder Superior a mí? ¿Dónde estaba Dios cuando yo sufría?
Mi llegada a los Grupos de Familia Al-Anon fue un bálsamo a tanto sufrimiento. He podido aceptar que no tuve culpa de nada, tampoco el alcohólico de mi vida. A medida que acepto y reconozco, puedo ver que siempre Dios estuvo allí conmigo y que pudo haber sido peor. Hoy, ya con casi 5 años en el programa, sigo aprendiendo a liberarme de tantos resentimientos y dolor. Ya me puedo rodear de personas que al igual que yo sufren por esta enfermedad de contagio familiar y me llenan de amor del bueno y de esperanza, claro siempre teniendo en cuenta las herramientas del programa como es leer Literatura Aprobada por la Conferencia LAC, asistir a mis reuniones, llamar a mi madrina y poner en práctica los principios del programa porque descubrí que no estoy sola.
Gladis – Revista Gotas de Sabiduría Venezuela # 5