Silencio
Hablaba sin parar. Para conseguir algún tipo de reacción del ser querido sobrio, pero silencioso, traté todas las palabras que se me ocurrieron. Quería llegar a alguna parte del fuero interno de ese ser humano, y esperaba que hubiera un movimiento en su cabeza que me hiciera callar. Inevitablemente hablaba demasiado, y tenía que empezar a hablar otra vez de otro tema, en espera de alguna confirmación de que había sido perdonada.
Finalmente empecé a comprender que luchaba contra el silencio, sin comunicar nada, aparte del ruido. Soporté largos períodos de silencio antes de que él empezara a creer que yo no iba a llenar el vacío simplemente para romper ese silencio. Hacerme una idea de mí misma me ha ayudado a disfrutar del silencio sin ofenderme por ello. Ahora creo que estoy aceptando el derecho que tiene otra persona a reflexionar. Mientras yo me sienta segura, también puedo sentirme a gusto con el silencio.
Viviendo con un alcohólico sobrio. Pág. 37