
Que empiece por mí
En una ocasión le dije a mi madrina que me gustaría experimentar un amor sin dolor y sin control como el que regularmente recibía de mis padres alcohólicos. Su respuesta fue: “Que empiece por ti”. Fue allí donde me tomó la incertidumbre y es que cómo iba a empezar por mí algún cambio si yo no me conocía en lo absoluto. El programa me sugiere hacer una lista de mis cualidades y de mis defectos de carácter, es allí cuando di con mi baja autoestima, el hecho de no apreciarme como era no me permitió tomarme en cuenta en ninguna faceta de mi vida, sino hasta llegar a Al-Anon.
Cuando dejé de señalar, criticar y juzgar la vida de las personas que me rodeaban, entendí que lo que recibía de ellos, aunque fuera poco, para mí significaba mucho para ellos que ese otro poquito de amor que les pedía de más era el que yo estaba dejando de darme; entonces comencé a aceptar que yo era la persona más importante y que todo ese amor, las palabras de aliento, detalles y palmadas que esperaba de otras personas, podían comenzar conmigo misma. Que en el momento que yo dejara a un lado la victimización, el amor sano estaría a mi alcance sin necesidad de rogarlo.
El programa me enseña que soy responsable de mí y de lo que quiero, puedo pedir la compañía de alguien, pero cuando no le es posible a la persona me recuerdo cuán maravilloso es pasar momentos a solas conmigo, tomar un café, disfrutar de mi dulce preferido, tener algún recuerdo bonito, meditar o hasta ocuparme de mi cuerpo. Hoy me aliento a conocer mis miedos, trabajar en ellos y seguir haciendo parte en mí misma. Todos los días me recuerdo que existo y que la primera muestra de agradecimiento y amor tienen que empezar por mí.
Evelyn – Revista Gotas de Sabiduría # 6 Venezuela
