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Un espacio seguro

Mi experiencia en Al-Anon fue una de esas casualidades que ocurren en la vida. Un amigo, a quien le contaba cómo me sentía frustrada en muchos aspectos, sobre todo en lo emocional, me recomendó asistir a una reunión. Dudé por mucho tiempo, pues pensaba que debía tener una experiencia directa con un alcohólico activo para poder compartir en un grupo. Esta situación no se daba, ya que mi papá, quien era alcohólico, decidió irse de casa cuando yo tenía cuatro años y no tengo recuerdos de su enfermedad.

Sin embargo, meses después decidí entrar a una reunión vía electrónica y encontré que no solo se hablaba de la situación personal o familiar con el enfermo de alcoholismo, sino también de cómo el programa de los Doce Pasos les había ayudado a verse a sí mismos más allá del enfermo y cómo habían podido detectar que es importante soltar las riendas y priorizarse para poder sanar emocionalmente.

Fue así como seguí asistiendo y entendí que, si bien no había tenido una convivencia directa con mi papá, el alcoholismo había dejado secuelas emocionales y nos había afectado como familia.

En las reuniones electrónicas de Al-Anon he encontrado mi espacio seguro para poder hablar con personas que compartimos un lenguaje común, como son los Doce Pasos y los Lemas. Estos, junto con la Oración de la Serenidad, me han permitido sentirme mejor conmigo misma y dar el primer paso para aceptar que está bien no tener el control de las cosas, que puedo delegar las cargas más pesadas a mi Poder Superior y que, un día a la vez, se producen cambios importantes en mi bienestar.

Elizabeth – Revista Gotas de Sabiduría N° 11 – Venezuela

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