Hacer las cosas que temo
Cuando mi padre bebía, pensaba que era inteligente decirle a la gente que yo sentía miedo. Creía que era “ingenioso” hablar de sentir miedo de la altura o de los espacios cerrados. Entonces no me daba cuenta de que con frecuencia aburría o deseaba atraer la atención. Después, cuando ella consiguió estar sobria y yo descubrí que tenía una verdadera serie de ansiedades aterradoras, me sentí incapaz de todo. Tenía verdaderamente miedo.
Para mejorarme, tuve que obligarme a mí mismo a sonreír y entrar en un salón lleno de personas, aún cuando éstas eran de Alateen. No obstante, su estímulo me ayudó a ir a reuniones fuera de la seguridad de mi hogar. Ahora, cuando siento una agitación en el estómago, respiro profundamente y hago el esfuerzo de encarar la situación.
Viviendo con un alcohólico sobrio. Página 21